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viernes, 9 de marzo de 2018

La caída










Hay veces que dejas que se derrumbe el mundo y que sea lo que Dios quiera,el azar quiera...No levantás los cristales, los mínimos cristales que hirieron tu mano este día y varios días, esta noche y varias noches. Dejás que te penetre el dolor, sostenés la pena y la dibujás en una servilleta del bar.


Pero es que en el bar están todos muertos y tú te vas a sentar enfrente de uno de ellos y después de horas de explicar, de "conversar" te das cuenta que no te mira o acaso que mira a través tuyo porque su mirada está fija en un punto de la pared. Sentís que no tiene sueños, que está liquidado, acabado y que ha venido a darse un permiso esta noche , en el bar, para creerse que está vivo.Muertos también están la camarera y el barman, los ojos hundidos como precipicios. Y esas horribles luces artificiales, cortinados espesos, mucho metal. Se parece a un bar de New York pero no recordás cual es. De repente el zombie que tienes de acompañante te toma una foto, encuadra bien y dispara...



Ya estás muerta vos también, ya esta foto va a rodar de bar en bar, de revista en revista, ahora sos luz, sos trascendencia,hay brillo en la piel, sudor...El bar está cerrado, es exclusivo, todos están tan elegantes. Dije que era exclusivo.


Me quiero ir de allí, el hígado está hinchado y fofo, ya no tengo carnes sin embargo, estoy esquelética a fuerza de pastillas, alcohol y pastillas. Me paro para salir y trastabillo, son los tacos altos me digo. La borrachera no sé.No debería haber salido sin comer algo.

Mis brazos esqueléticos, anoréxicos toman mi cartera de la mesa, el clutch como dicen los comentaristas de moda de los magazines.

Sentís frío y verguenza, los muertos se han puesto a mirar, se te doblan las rodillas. El espectáculo es horrible, te vienen ganas de vomitar, ya no estás blanca, transparente, estás amarilla. Se te da vuelta todo, todo gira en tu cabeza, los zombies parecen recobrar vida, alguien impide que caigas y...


Hay días que son mortaja, nos levantamos tan temprano para acostarnos con momias, con mortajas, con espectros que cruzamos por ahí, les sonreimos, les agradecemos que nos traten bien, que nos cedan el asiento, que nos conduzcan, que nos abran la puerta...

Mientras tanto la Vida es menos vida, un minuto menos, un segundo robado...Y dejás partes de vos en todas las cosas, y te vas desperdigando por todos los lugares y caes, caes, y la caída termina siendo lo único realmente interesante. Lo que te salva de la liquidación final es el gusto por descender hacia la Nada misma.Y eso se termina convirtiendo en una costumbre hermosa.

Y sentís que estás sobre el césped húmedo, y que tu vestido hermoso está lleno de gramilla y que no te podés mover.Literalmente no podés estirarte, incorporarte y pedir ayuda.Estás toda mojada,llorás, te corren las lágrimas por el cuerpo y no podés detenerlas. Tanto que te costaba llorar pero ahora surgen como si salieran de una fuente.

Te duelen los ojos,tantísimo, parpadéas, pestañéas y sentís el horror de ser ahora parte de un paisaje que desconocés. Ves el bar desde donde estás y los ves acercarse,querés gritar pero no podés, como en los sueños, el murmullo muere en la garganta, los muertos han salido del bar, son cientos y vienen a observarte, alguno te toca, te toma la muñeca y cuenta...


Mónica Pedraza


Fotografía de Francesca Woodman

jueves, 14 de diciembre de 2017

Poema de Beatriz Vignoli











LA CAÍDA


Si te dicen que caí
es que caí.
Verticalmente.
Y con horizontales resultados.
Soy, del ángulo recto
solamente los lados.
Ignoro el arte monumental del sesgo,
esa torsión ornamental del héroe
que hace que su caer se luzca como un salto.
Ese rizo del mártir que, ascendiendo
se sale de la víctima
y su propio tormento sobrevuela
no es mi especialidad. Yo, cuando caigo,
caigo.
No hay parábola
ni aire, ni fuerza de sustentación.
Un resbalón: espero. Al suelo llego
por la ruta más breve.
Un alud, una piedra,
una viga a la que han dinamitado.
No hay astucias del cuerpo en mi descenso.
Se sobrevive: el fondo
del abismo es más blando
para quien no vuela, sólo cae.
Si te dicen que caí,
no vengas
a enseñarme aerodinámica revisionista.
No me cuentes de los que cayeron venciendo.
No vengas a decirme
que no crees que haya sido un accidente.
En lo único que creo es en el accidente.
Lo único que sabe hacer el universo
es derrumbarse sin ningún motivo,
es desmoronarse porque sí.

Beatriz Vignoli